EL ORGULLO ES NUESTRA RESPUESTA AL ODIO

Faltando un día para La Marcha del Orgullo LGBTIQ+, es bueno recordar  por qué marchamos y qué significa el día del orgullo, más allá de las consignas específicas de cada año.

Orgullo LGBTIQ+

Todavía quedan muchos detractores de la Marcha del Orgullo, incluso dentro de la comunidad LGBTIQ+. Los argumentos siempre fueron los mismos: “algunos van casi desnudos, así no se lucha por los derechos”, “yo tengo amigos gay que no se sienten representados y no van a la marcha”, “mucho libertinaje”, “podemos hacer lo que queramos en la intimidad ¿para qué salir a marchar?”, “no me parece que los niños tengan que ver esas cosas”, “la marcha está muy politizada”, “a mi nadie me discrimina”, “orgullo es levantarse todas las mañanas para salir a laburar, no ser put*”, “¿por qué no hay una marcha hetero?”. Estas son algunas de las frases más comunes que podemos escuchar cuando quieren deslegitimar la marcha.

Si bien, los tiempos que corren no son los de la inquisición, aún quedan en las sociedades algunos discursos religiosos muy internalizados en cada uno de nosotros, tanto que no podemos darnos cuenta de lo religiosos que somos aunque nunca pisemos una iglesia. Es que a pesar de los avances en ampliación de derechos para el colectivo, algunos pensamientos, que parecen inofensivos, mantienen vivo el espíritu represivo contra las personas LGBTIQ+.

El mundo es ‘paki’ y saber esto debería ser suficiente para no preguntar la idiotez de por qué no existe una marcha del orgullo hetero, pero como la idiotez abunda, con la misma paciencia con la que esperamos una Ley Integral Trans, voy a dar algunos ejemplos de por qué marchamos. Por empezar en Argentina se contabilizan 8 travesticidios por año, aunque se supone que esa cifra está subrepresentada ya que muchos casos no se hacen público. Son calificados como crímenes de odio ya que las personas trans son asesinadas solo por el hecho de ser trans y viven en constante peligro por expresar su identidad autopercibida. Las personas heteros cis no corren ese riesgo. El 4 de junio de este año, el hotel Gondolín, que brinda alojamiento a unas 50 personas travestis y trans desde hace más de 15 años, sufrió un atentado transodiante que provocó un incendio en una de las habitaciones de la residencia.

No tengo pruebas, pero tampoco dudas cuando afirmo que ningun chicx sufrió bullying en su colegio por sentirse atraidx por personas del sexo opuesto, de la misma forma en la que confío ciegamente de que a ninguna pareja heterosexual se los echó de un restaurante por darse un beso o agarrarse de las manos. El 22 de agosto pasado, un grupo de 8 personas, casualmente hetero, golpearon de manera brutal a dos hombres que salían de una fiesta gay solo por caminar abrazados. En 2018 echaron a 2 mujeres del mercado de San Telmo por darse un beso en público y ese mismo año, corrieron a dos chicos gay de una pizzería por demostrarse afecto frente a la clientela del local. Recientemente se conoció la historia de una pareja de chicos armenios que se quitaron la vida arrojándose de un puente debido a la discriminación que sufrían. Reconocer que la libertad para dar y recibir amor en público sin arriesgar tu integridad física es un privilegio heterosexual, es un gran paso para dejar de preguntar por qué no existe una marcha del orgullo hetero.

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Las personas cis no suelen artavesar situaciones problemáticas debido a su identidad de género, sin embargo la mayoria de las personas trans son expulsadxs de sus hogares de muy jóvenes y empujadxs a la marginalidad. El estado no desarrolla políticas de inclusión laboral para ellxs y el sector privado no lxs contrata, por lo que deben emplearse en trabajos por demás precarios o, en el caso de la mayoría de las feminidades trans, dedicarse a la prostitución. Pero el laboral no es el único ámbito del cual son relegadxs; muchas personas trans abandonan la escuela cuando son obligados a irse de sus hogares y en algunos casos tampoco acceden al sistema de salud por no tener obra social, prepagas o incluso por sentirse discriminadxs en los hospitales públicos. Según el Congreso Latinoamericano de Derechos de la Diversidad, la esperanza de vida de las mujeres trans es de 35 años. Realmente deberían sentir vergüenza de preguntar por qué no existe una marcha del orgullo hetero.

Hace unos días Rusia anunció un nuevo ajuste en su política “antigay” y prohibió toda difusión de películas, series y libros LGBTIQ+. Por otro lado Qatar, la sede donde se disputará la Copa del Mundo, comunicó que las personas gays que visiten el país durante el mundial, no podrán realizar demostraciones de afecto en público. Ambos forman parte de los 67 paises donde la homosexualidad todavía está penada por la ley. Si no existe una marcha del orgullo hetero es justamente por que no existen países donde te encarcelen por ser heterosexual, por que nunca sintieron la necesidad imperiosa de salir a reclamar derechos negados, ser reconocidos como personas o de tener la libertad de ser quien sos sin poner en riesgo tu vida.

Marchamos por lo que nos deben. No pedimos limosnas, ni privilegios. Exigimos lo que merecemos; dejar de ser ciudadanos de segunda, ser libres desde las infancias, vivir bien y sin miedos. Marchamos por lxs que ya no están, por aquellos que todavía son perseguidos en diferentes partes del mundo, por los que fueron empujados al suicidio, por los que mató la desidia del Estado y contra los crímenes de odio. Marchamos por Tehuel porque hace más de un año y medio que no sabemos dónde está.

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ORGULLO Y FESTEJO

Hace unas décadas atrás, el gran Carlos Jáuregui supo explicar muy bien la cuestión del orgullo: “En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política”, sentenció el militante. Entonces sí, la Marcha del Orgullo LGBTIQ+ es política y así debe ser, porque la ampliación de derechos es una cuestión política, como el acceso a la salud, a la educación y al trabajo. Exigir que se acaben los discursos y crímenes de odio y responsabilizar al Estado por su indiferencia, también es una cuestión política y marchamos porque, en nuestra construcción, somos seres humanos y políticos.

Carlos Jaureguí no solo le respondía a la sociedad heteropatriarcal, sino también a los mismos integrantes del colectivo LGBTIQ+ que se excusan en el argumento de que la marcha está muy politizada. Pues no podría haber marcha sin política, sólo sería una fiesta al aire libre sin otra consigna más que la de divertirse, y tal vez esa idea es la que nos confunde. Muchas personas del colectivo se encuentran en la marcha con una gran fiesta con música, camiones, disfraces, y sobre todo con mucha alegría; pero no es cualquier festejo, esa forma particular de marchar y llevar nuestros reclamos es una postura ante la sociedad que nos mira con desprecio. El festejo es lo que no quieren, no soportan vernos felices y bailando. Nos agreden, nos echan, nos expulsan, nos marginan para que seamos personas tristes, angustiadas, conflictivas y si no, nos matan. Tal como lo planteaba Jáuregui, el Orgullo de ser quien sos es  una cuestión política, porque el orgullo es nuestra respuesta al odio, pero la alegría y el festejo son las armas con las que contamos en esa lucha ideológica contra la opresión hegemónica y heteropatriarcal. Ni un paso atrás.

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